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Sombras que de la oscuridad nacen sombras.
Sombras que correteáis entre rincones, sombras;
Sombras que conocéis cada esquina,
cada hueco, cada oculta letrina,
secad vuestras patas húmedas del fango
y sacad vuestras vidas del fondo de la alcantarilla.
Dejad de huir de cada ruido fuerte,
dejad de escapar de cada estruendo,
que a cada paso que dais, ella viene
y alumbra con su luz el muelle del puerto.
Ella observa entre las sombras,
ella lo ve todo por la noche
sus ojos grises que leen desde arriba
y que ponen sobre mí su broche.
Broche que de noche ya me embriaga,
broche que me llena con derroche,
que hace que la gente me reproche,
que ¡por qué sigo lamiéndome las llagas!
No me dejes sólo dulce dama
de la noche, de la vida y de la muerte,
que si dices que tu a mí ya no me amas,
estos ojos, cada día, morirán por verte
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